Este queso típico de Cataluña y Baleares se obtiene cuajando leche entera por precipitación de las proteínas y eliminación del suero por calor y un medio ácido. No se cura ni fermenta. Se trata de una masa blanca, magra, blanda y esponjosa, de sabor suave y un poco dulzón. Es algo más pastoso al paladar que el queso fresco. Se conserva en frigorífico y se consume pronto, mejor cubierto de leche.
Es habitual acompañar el mató con miel. Es ideal para servir con las torrijas. Y más sano que el helado con que algunos las combinan.
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