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La edición del libro "Aromas del Mundo", del escritor, químico y gastrónomo norteamericano Harold McGee me proporciona la ocasión de comentar algo sobre las maneras de oler del ser humano.
En cocina, tenemos dos formas de oler.
- La vía ortonasal capta los aromas externos que nos despiertan el apetito.
- La vía retronasal nos proporciona la variedad de los sabores. Cada vez que tragamos las moléculas volátiles de un olor, salen del fondo de la boca y pasan a la nariz. Así, además de con la lengua, también saboreamos con la nariz.
El olfato
Según Harold McGee "es un viaje fascinante, mucho más interesante que relacionarlo solamente con el buen o no tan buen olor'.
El gusto
Parece ser es una actividad cerebral. Distinguimos: dulce, salado, ácido, amargo y umami (o sabroso).
El sabor
Es el placer o deleite que causan las viandas que agradan. Es la sensación que producen en el sentido del gusto el sabor de los alimentos que ingerimos.
La cultura gastronómica nos permite discernir subjetivamente el mundo de los olores, pues algunos -como el del pescado- no nos repugnan por pensar en el deleite que obtendremos al comerlo.
Otros muchos olores ya nos adelantan el placer futuro. Uno de los mejores de nuestra infancia es el del pan recién horneado. Más tarde, disfrutamos del olor (más quizá que del sabor) del café recién hecho. Un interesante juego familiar o social sería el de comentar los diferentes olores según nuestras vivencias.
NOTA
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