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La cerveza es una bebida alcohólica obtenida por fermentación - que no destilación- normalmente de granos de cebada germinados, agua y levadura. Se suele aromatizar con lúpulo, que le da su carácter amargo.
La palabra deriva del celtolatino "cerevisia", en honor a Ceres, diosa de la agricultura, las cosechas y la fecundidad. La raíz del sáncrito "barha" ha llevado al nombre de birra, "bier", etc.
Su consumo moderado se considera hoy parte de la dieta Mediterránea. Contiene antioxidantes naturales, vitaminas, minerales y fibra soluble.
La aparición de la cerveza es contemporánea del cultivo de los primeros cereales. Con masa de pan se descubrió la fermentación del grano hace unos 8000 años. En Mesopotamia se han hallado tablillas que revelan el ritual sagrado de una bebida fermentada que los sumerios -los primeros cerveceros- llamaban "sikara". Su fórmula, grabada entre dos piedras, se conserva en el Museo Metropolitano de Nueva York. Caldeos y asirios ya usaban granos de cereal para sus bebidas.
El rey Hammurabi VI de Babilonia (1728-1686 a. C.) ya dictó, en su famoso código, una ley por la que se condenaba a los que vendieran cerveza de mala calidad o con precio abusivo.
Los antiguos egipcios la hacían con cebada del delta del Nilo. Atribuían la invención de esta su bebida nacional al dios Osiris. Tenía una gran pureza bacteriológica en un territorio donde escaseaba el agua potable.
Roma adoptó la cerveza ( de trigo, avena o centeno) de los griegos. Pero fueron las clases inferiores quienes la consumían más: era más barata que el vino.
De Roma pasó a Francia y Germania. En cada territorio había monasterios que elaboraban cerveza. Quizá el primero fue la abadía benedictina de San Galo (Suiza). Allí existen documentos del siglo X que confirman las diferentes fórmulas.
Santa Hildegarda de Bingen (Alemania, siglo XII), abadesa fundadora del monasterio benedictino de San Ruperto, descubrió la utilidad del lúpulo y su agradable sabor amargo. El secreto no salió de su monasterio hasta el siglo XIII, extendiéndose por Alemania, Flandes, Francia y Suiza.
En España se pierde su traza durante muchos siglos. Hasta la llegada del rey Carlos V y sus cortesanos flamencos, ya que en su país no había vino. Se empieza a hacer cerveza en España por parte de fabricantes flamencos, alemanes y alsacianos. Ello ante el desprecio de las gentes sencillas, que seguían prefiriendo el vino.
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