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Del francés "crêpe" y esta del latín "crispus", la crep, elaborada a base de harina de trigo o de centeno, con adición de leche, huevos y grasa (mantequilla o aceite) es una hoja de pasta, fina o ligera, que puede ser dulce o salada, rellena o no, dorada en sartén, de origen bretón.
La elaboración de las creps es muy antigua. Fue manjar de poblados primitivos y de ejércitos romanos a la conquista de los galos. Al disolver harina en agua y cuajarla en grasa animal y luego secarla, era cómoda de conservar y de transportar como ración de campaña. Por su forma redonda y color dorado, y por hacerse con harina, las creps eran un símbolo solar. Con su elaboración se festejaba el final de los rigores del invierno y la reanudación de las faenas del campo.
Con el transcurso del tiempo la hoja fina de pasta se convirtió en tradición cuaresmal, especialmente en Francia, durante el ayuno cristiano.
Llegó el refinamiento francés, con los grandes chefs que empezaron a flambearlas y rellenarlas, con lo que dieron la vuelta al mundo. En particular cuando se pusieron de moda las famosas "crêpes Suzette".
http://elbloggastronomicodesara.blogspot.com/2020/02/cinco-postres-famosos.html
Se comían en particular durante la Candelaria, el 2 de febrero, fiesta de la Purificación de la Virgen María.
Numerosas leyendas en el campo de Francia
En la Borgoña, tierra de excelentes vinos, colocaban una crep sobre el armario para que no faltase el dinero aquel año...
En algunas regiones se sostenía una moneda en la mano mientras se hacía saltar la crep con la otra: el dinero no faltaría en todo el año...
Entre algunos campesinos existía la creencia de que si la recién casada hacía "sauter la crêpe" a la perfección el día de su boda, su matrimonio sería feliz y próspero.
En algunos lugares creen que para tener suerte todo el año deben comerse creps el martes de carnaval, dándole a la pasta una vuelta perfecta.
También, si el que las hacía dejaba caer alguna crep al hacerla saltar, la mala suerte le acecharía...
En el campo se invita a los amigos a partidas de creps, pues sin ellas no hay fiesta que se precie, tal y como indica el famoso escritor Anatole France.
La crep más grande jamás elaborada fue la que hicieron en el festival de Metais (Guerande, Francia): un gigantesco disco de cuatro metros de diámetro.
Las creps suelen tomarse como merienda o postre. A veces constituyen todo un ágape, como ocurre en la Bretaña francesa, su lugar de origen, dependiendo de sus rellenos, salado o dulce, acompañado con buena sidra del país.
NOTA
Las creps se hacen, finas y ligeras, en una sartén especial llamada "crepière", de hierro colado, con un mango largo, plana y con un pequeño reborde. Con ella se hace saltar la crep dándole la vuelta con un rápido movimiento de muñeca.
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