La chirimoya es el fruto del chirimoyo, árbol anonáceo muy habitual en América central y del sur. De hasta un metro de altura. Su nombre viene del quichua "chirimuya" (lengua de América del sur en la época precolombina).
Es un árbol del que existen más de 100 especies del género anona. Se ha cultivado durante siglos en los altiplanos del Perú - de donde es originario- y de Ecuador. La chirimoya es en realidad una baya, el fruto más conocido de esta especie, muy apreciado ya por los incas.
Su crecimiento es rápido y en las regiones cálidas lo hace durante la mayor parte del año. Debe resguardarse del viento pues puede dañar sus ramas.
El chirimoyo produce frutos (la chirimoya) comestibles compuestos por numerosos embriones unidos entre sí para formar una baya de piel verdosa, con un dibujo geométrico en forma de escamas de buen tamaño y con numerosas pepitas negras, que no deben comerse pues podrían sentar mal... Su pulpa blanca y suave es dulce y aromática. La chirimoya se consume madura y con cucharilla.
Es rica en magnesio, hierro, cobre, potasio y vitaminas B. Apenas tiene grasa o sodio. Sin embargo, contiene abundante azúcar y fibra. Tiene 80 calorías por 100 gramos.
Después de la colonización del Nuevo mundo, los españoles la llevaron a África y Oriente. En 1757 llegó a Europa a través de España. Hasta 1940 se cultivó como árbol de jardín.
A pesar de ser una fruta tropical, su primer productor mundial es España (Málaga, Granada). También se cultiva en Perú, Chile, Argentina, Bolivia y Ecuador, en América del sur. También, en Taiwán, Estados Unidos, Magreb e Israel.
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