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GLUTAMATO MONOSÓDICO (“Monosodium glutamate”)
(aditivo E621)
Deriva del aminoácido
glutámico (GLU) que se extrae de las proteínas animales + sodio que, tras un
proceso de transformación pasa a ser glutamato monosódico (GMS).
Se trata de un
potenciador del sabor, que añadido, intensifica el gusto de los alimentos, uno
de los saborizantes empleados más adictivos.
La ingesta del GMS no es
tóxica en dosis bajas pero al ser adictivo, se relaciona con un aumento de la
obesidad pues incrementa el ansia del consumidor con comer “sabroso” y nos hace
repetir.
En oriente se trata de
una alternativa a la sal. Por ello, después de comer en algunos restaurantes
chinos o japoneses, sobreviene una gran sed que obliga a seguir bebiendo.
Se asocia el GMS al
controvertido sabor UMAMI o “quinto sabor” (delicioso sabor) que incluyen
algunas comidas orientales, el “nuevo” sabor, aparte de los cuatro básicos
reconocidos por los receptores de la lengua humana: dulce, salado, amargo y
ácido.
Este aminoácido no
esencial, el GMS suele encontrarse en alimentos precocinados y procesados, como
patatas fritas, galletas saladas, salsas, sopas de sobre y caldos en pastilla que
en algunas ocasiones tienen un perfil nutricional poco saludable: mas grasa, más
azúcar, más sal. El problema en si no es del glutamato sino del alimento que lo
contiene.
El GMS es la base que
potencia el sabor de muchas de las comidas chinas, a las que se ha acusado de
utilizarlo en abundancia en particular en los platos de bajo precio (“low cost”).
Como ya hemos señalado la ingesta de GMS no es tóxica, pero se recomienda,
usarlo en pequeñas cantidades, no abusar
del mismo por relacionarlo con el incremento de dolores de cabeza según
estudios realizados.
Este aditivo se vende en
los comercios de alimentación oriental.
En 1908 el químico japonés Kikunae Ikeda asoció a los alimentos ricos en glutamatos, tan abundantes en la cocina oriental, con el umami o quinto sabor. En su libro "Fisiología del Gusto" Brillat Savarin identificó en 1815 los glutamatos con mucha claridad: responsables de la parte sápida de las carnes (el umami) que no era ninguno de los sabores clásicos. Les dio, empero, un nombre griego, "osmozono", derivado de "osmie" (olor, aroma) y "zomós" (caldo, sopa), cuya explicación podemos leer en su meditación V, apartado 28.
En 1908 el químico japonés Kikunae Ikeda asoció a los alimentos ricos en glutamatos, tan abundantes en la cocina oriental, con el umami o quinto sabor. En su libro "Fisiología del Gusto" Brillat Savarin identificó en 1815 los glutamatos con mucha claridad: responsables de la parte sápida de las carnes (el umami) que no era ninguno de los sabores clásicos. Les dio, empero, un nombre griego, "osmozono", derivado de "osmie" (olor, aroma) y "zomós" (caldo, sopa), cuya explicación podemos leer en su meditación V, apartado 28.
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