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Pintura "Obststand" de Frans Snyder (1618-1621). Museo Hermitage, San Petersburgo.
A causa de las numerosas hambrunas que los hombres han sufrido a lo largo de los siglos, han imaginado países de fantasía en los que reina la abundancia de manjares de todo tipo.
1.- En España existía el país de Jauja, prototipo de prosperidad y abundancia, por alusión a la ciudad de mismo nombre en el Perú, célebre por la riqueza de su territorio.
2.- La italiana ciudad de Nápoles celebró sus fiestas en los siglos XVI y XVII representando " il paese di Cuccagna". El nombre viene del latino medieval "cocania", de origen germánico, que designaba un fabuloso país de la abundancia, desbordante de leche, vino y miel de cuyos árboles colgaban lechones asados. Los napolitanos levantaban en una plaza un volcán del que salían salchichas, macarrones y carnes diversas, que el pueblo comía con regocijo.
3.- El escritor y humanista italiano Giovanni Boccaccio (1313-1375) describe en su obra "Decamerón" el "paese di Bengodi": "En un lugar llamado Bengodi, donde se ataban las cepas con longanizas y se conseguía una oca por un denario y un ansarino de propina, existía una montaña de queso de Parma rallado sobre la cual había gente que no hacía otra cosa que guisar macarrones y raviolis, cociéndolos en caldo de capones, y después los lanzaban hacia abajo y el que más cogía, más comía. Al pie de dicha montaña mana un arroyo de vino malvasía, que jamás lleva una gota de agua".
4.- El pintor flamenco Pieter Brueghel el Viejo (+ 1569) representó con claridad la vieja y conocida fábula de la abundancia de las costumbres paisanas de su tierra en el cuadro "La tierra de Jauja" (1567), que está en la antigua pinacoteca de Munich. Según las referencias del cuadro, "en dicho país el afortunado mortal llegaba a él cruzando un túnel excavado en una montaña de alforfón y allí descubría un hermoso cerdo asado con un cuchillo de trinchar sobre su lomo, una mesa puesta con patés, embutidos y tortas, así como pichones que caían directamente en la boca de los mortales y un huevo del que se sacaba yema sin nunca acabar".
5.- En el pueblo salmantino de Candelario, en la fábrica de embutidos de Constantino Rico (Tío Rico), se dice que una obrera, cansada de las molestias que ocasionaba un perro, lo ató a la pata de un banco con una ristra de longanizas. Un niño que lo vio fue por todo el pueblo diciendo que en casa del Tío Rico ataban los perros con longanizas... La expresión se emplea ya ampliamente en nuestra literatura.
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