También llamados "enriquecidos" o "fortificados", los alimentos funcionales son aquellos que contienen un componente con un efecto añadido a su valor nutricional. Son susceptibles de mejorar la salud al aportar un plus saludable a una dieta con un estilo de vida apropiado.
De hecho, estos alimentos no son imprescindibles y no curan ni previenen por sí solos. La ley establece que ni en sus etiquetas ni en su publicidad pueden atribuirse propiedades curativas o de tratamiento.
El deseo de conseguir una alimentación saludable ha dado lugar a un auténtico "boom" en el consumo de estos productos.
Los complementos más habituales añadidos son: ácidos grasos omega 3 y 6, vitamina C y E, polifenoles, fibra, bacterias acidolácticas, fitoesteroles, etc. Estos elementos funcionales sirven para grupos de personas con requerimientos nutricionales específicos, como niños, ancianos, madres gestantes, madres lactantes, personas con estados carenciales ( desgana, dificultad al masticar), osteoporosis, enfermedades gastrointestinales.
Los principales alimentos enriquecidos o funcionales son: lácteos (leche y yogur),panes galletas, margarinas, zumos de frutas. Sin embargo, una persona sana con una dieta variada no tendría porque recurrir a ellos.
NOTA
Fueron las autoridades sanitarias japonesas quienes introdujeron en 1984 alimentos con sustancias activas para reducir el riesgo de contraer enfermedades. Los llamaron alimentos funcionales.
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