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Son pequeños dulces de mazapán, de forma alargada (3-5 cm) y cilíndrica, de color blanco, rellenos de dulce de yema. Se asemejan al hueso con su tuétano. Algunos llevan como relleno coco o cabello de ángel.
Este postre data del siglo XVII, cuando un monje benedictino de Valencia lo ideó para homenajear a los santos y difuntos.
La primera receta nos llega de Francisco Martínez Montiño, jefe de las cocinas del rey Felipe II (1527-1598), en el libro "Arte de cocina, pastelería, vizcochería y conservería", de 1611 y reeditado muchas veces.
Se toman en el Día de Todos los Santos (uno de noviembre) y el día de difuntos (dos de noviembre).
NOTA
Son típicos de Castilla y León, Andalucía y Murcia.