Estos delgados palitos nacieron en el siglo XVII de la mano del panadero turinés Atnonio Brunero, a petición de un médico para un paciente que no podía digerir miga de pan (que quedaba muchas veces cruda). La idea le sentó muy bien al enfermo.
Agradó tanto este invento artesanal, que pronto se fundó una empresa para servirlos por todo Turín.
Su composición en sencilla. La masa lleva buena harina, agua, sal, aceite de oliva y algo de levadura. La combinación de distintas harinas confieren a este pan un sabor único. Los colines son muy crujientes y su aroma es delicioso. Se pueden fabricar de diversos sabores. Contienen 400 calorías por 100 gramos. No llevan conservantes ni colorantes.
NOTA
Napoleón Bonaparte se los hacía llevar a París desde Turín.
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