lunes, 22 de junio de 2020

Don Quijote: el convite de las bodas de Camacho el rico

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          Don Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) es uno de los autores españoles que ha introducido más referencias gastronómicas en sus escritos, en particular en los dos tomos de Don Quijote de la Mancha.

           En esta inmortal novela Cervantes cita más de 88 alimentos y guisos distintos, que retratan buena parte de la manduca de su época. Entre ellos está el cavial (hecho de huevos de pescados), que era gran despertador de la colambre (sed de vino).


Consejos que Don Quijote da a Sancho Panza

          Especialmente antes de partir a la ínsula de Barataria, para ser un buen gobernante.

"El trabajo y el peso de las armas no se pueden llevar sin el gobierno de las tripas".

"No comas ajos con cebollas porque no saquen por el olor tu villanería".

" Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago".

" Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado, ni guarda secreto ni cumple palabra".

" Ten cuenta, Sancho, de no mascar a dos carrillos ni de eructar delante de nadie".


Lo que debía comer un hidalgo    

          En el primer capítulo de la obra se cita lo que habitualmente debía de comer un hidalgo manchego "que consumía las tres partes de su hacienda":

" Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes y algún palomino de añadidura los domingos".

* Salpicón: fiambre de carne picada de vaca compuesto y aderezado con pimienta, sal, vinagre y cebolla; todo ello mezclado.

* Duelos y quebrantos: fritadas de huevos y torreznos.


El convite de las bodas de Camacho el rico

          Cervantes describe también la abundancia gargantuesca del opíparo convite el "las bodas de Camacho el rico, campesino que quiere exhibir su hacienda".

" Lo primero que se le ofreció a la vista de Sancho fue, espetado en un asador de un olmo entero, un entero novillo; y en el fuego donde se había de asar ardía un mediano monte de leña y seis ollas que alrededor de la hoguera estaba. No se habían hecho en la común turquesa de las demás ollas, porque eran seis medias tinajas que cada una cabía un rastro de carne (* toda la carne que hay en un matadero). Así embebían y encerraban en sí carneros enteros sin echarse de ver, como si fueran palominos, las liebres ya sin pellejos y las gallinas sin plumas que estaban colgadas por los árboles para sepultarlas en las ollas no tenían número; los pájaros y caza de diversos géneros eran infinitos colgados de los árboles para que el aire los enfriase. Contó Sancho más de sesenta zaques de más de dos arrobas cada uno y todos llenos de generosos vinos; así había rimeros de pan blanquísimo; los quesos como ladrillos enrejados formaban una muralla y dos calderas de aceite mayores que las de un tinte servían de freír cosas de masa que con dos valientes palas las sacaban fritas y las zambullían en otra caldera de preparada miel que allí junto estaban.

          Los cocineros y cocineras pasaban de cincuenta... En el dilatado vientre del novillo estaban doce tiernos y pequeños lechones que... servían enternecerlos. Las especias de diversas suertes no parecía haberlas comprado por libras sino por arrobas y todas estaban en una gran arca. Finalmente el aparato de la boda era rústico pero tan abundante que podía sustentar a un ejército".

https://cvc.cervantes.es/literatura/clasicos/quijote/edicion/parte2/cap20/default.htm