lunes, 26 de abril de 2021

La dorada a la sal

 


          El cocerse los pescados a la sal empezó a hacerse hace un sinfín de años en los restaurantes cercanos al mar. El gran gastrónomo Néstor Luján afirmó que servir la dorada sobre un lecho de sal lo hizo por primera vez El Rincón de Pepe, de Raimundo González, recordando los platos de su infancia cuando salía a pescar, para complacer a un cliente. Desde entonces, numerosos colegas adoptaron la idea. Raimundo dijo que solo quería hacer felices a los demás...

          Los pescadores de las cercanías de Torrevieja y del Mar Menor (donde existen muchas salinas), al regresar a la playa, separaban los pescados de menor entidad y , en una plancha calentada en las brasas, extendían una capa de sal sobre la que colocaban el pescado, lo cubrían con más sal y lo asaban. Se trata de la cocción clásica de los países salineros. Ya Lorenzo Millo, en su libro "Divagaciones sobre gastronomía clásica" (1974), consideraba de auténtica raigambre antigua -quizás púnica- que las aguas del Mar Menor y sus salinas eran ideales para preparar estos platos.

          Ya lo describieron los periodistas de la guía gastronómica francesa Gault Millau cuando visitaron Murcia: les sorprendió la insólita y sabrosa calidad que aquel "plato a la sal" poseía.

https://www.gaultmillau.com/

          En cuanto a la dorada (en catalán, "aurada"), es un pescado de la familia de los espáridos, de hasta 70 cm de largo, caracterizado por una mancha amarilla en ambas mejillas y una pincelada del mismo color en la frente. Estas marcas doradas le dan el nombre. Su carne es excelente y muy perfumada ya que se alimenta básicamente de crustáceos y mariscos; por ser dura de boca puede comer sobre todo los ejemplares salvajes o los grandes (no los de vivero).

          El escritor y gastrónomo griego Arquestrato (siglo IV antes de Cristo), cuando habla de los tesoros del mar, cita a la dorada. Los griegos antiguos, que dedicaban los pescados a sus dioses, dedicaron la dorada a Afrodita, diosa del amor, porque "tiene una carne pura, blanca, grasa y compacta, y un sabor delicioso".

          También los romanos, grandes amantes del pescado, estimaban mucho la dorada. Por desgracia, la dorada salvaje es uno de los pescados más solicitados y, hecho en la pureza de la sal, que no la penetra, conserva todos sus maravillosos sabores.

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