viernes, 25 de abril de 2025

La cocina de la Residencia de Santa Marta

 

Foto: Wikipedia

          La Residencia Casa de Santa Marta (Domus Sanctae Marthae), en la Ciudad del Vaticano, se ha hecho famosa porque el papa Francisco la escogió como domicilio propio cuando fue elegido Sumo Pontífice. La Casa fue mandada construir por Juan Pablo II para acoger dignamente a los cardenales que debían participar en un cónclave. Mientras no hay cónclave, allí viven algunos monseñores de la Secretaría de Estado y obispos y cardenales de paso por Roma. También acoge algunos académicos y miembros de dicasterios en tránsito.

          Yo he tenido el privilegio de comer y cenar algunas veces allí. También conozco a académicos que han pernoctado allí multitud de veces, desde los tiempos de Juan Pablo II, Benedicto XVI y del mismo papa Francisco. Ellos siempre han respetado la prohibición de hacer fotos del interior de la Domus sin autorización. Sin embargo, puedo hablar de su cocina con un gran conocimiento de causa.

Desayuno

          Después de la misa de la mañana, los residentes encuentran un desayuno muy clásico en buffet. Hay mesas reservadas, de una, dos o más plazas. Café con leche, zumos (alguno con vitaminas ACE), leche semidescremada de las vacas papales de Castelgandolfo, pan del día, quesos, jamón, embutidos, mermeladas, mantequilla o aceite de oliva, productos en almíbar, ciruelas secas y siempre fruta del tiempo (naranjas, manzanas, peras, plátanos, kiwis). 

          Los viernes, días sacrificiales, nunca se sirven carnes en la Casa. En el refectorio, muy digno, con un ambiente muy fraternal, hay un microondas por si los comensales desean calentar algo más o por si llegan tarde.

          Algunos días de fiesta aparecen en el buffet de la mañana algunos pasteles.

Almuerzo

          Las comidas en la Casa son muy clásicas de residencia romana, nada especial. Siempre hay pan y vino tinto y blanco, casi siempre italiano. A veces, cerveza, que siempre se puede pedir. Agua natural o con gas (frizzante o bollente). Hace años se trataba de botellas cerradas. Últimamente hay botellas rellenables y una máquina que pone gas al agua. Hay sal baja en sodio, edulcorantes, pimienta, vinagres (aceto).

          El primer plato puede consistir en sopa o pasta italiana y el segundo de carne, huevos o pescado con verduras. Los italianos tienen algunas verduras para nosotros desconocidas. Los vienes nunca hay carne. Siempre hay un buffet de ensaladas y algunas frutas. El Santo Padre Francisco, cuando podía caminar, daba una vuelta por el buffet y cogía alguna cosa.

          Los domingos ponen una barra libre de licores (limoncello, grappa, whisky), helados (tarufo bianco, tartufo nero), nata, y algún pastel (milhojas, etc.). Siempre hay café a disposición de los comensales.

          En algunas festividades, de la Casa o de algún Dicasterio , se saca la mejor vajilla para banquete, con las llaves de san Pedro grabadas, y se pone espumante (el champán italiano). También, puede haber un "antipasto" de salmón ahumado o así, con un "contorno" realmente bello.

          La guardia (suizos y gendarmes) vigila muy discretamente. Cuando el Santo Padre Francisco estaba dentro de la sala, no se le debía molestar. Solo se le hablaba cuando Él se dirigía a nosotros. Y más de una vez lo hacía. 

          Durante la pandemia de COVID-19, las cosas cambiaron. Había muy poca gente y servían un plato combinado sobre unos mantelillos desechables y con servilletas de papel. Siempre había gel hidroalcohólico y uno debía usar mascarilla salvo para el acto estricto de comer.

Cena

          La cena suele consistir en un buffet, con ensaladas y viandas del almuerzo y otras. Muchas veces sirven sopa, un alimento que el chef sabe hacer muy bien allí. Hay un recipiente con hielo y cerveza (checa u holandesa). Alguna vez se ha visto al papa Francisco tomar una o coger alguna pieza de mozzarella.

          Cuando Francisco fue elegido, al entrar en la "sala a pranzo", todos se levantaban. Él no lo quería, pero lo hacían... Más tarde eligió un rincón, en el que comía con sus secretarios y algún invitado. Entraba, decía "buon pranzo a tutti", bendecía la comida y comía más bien poco. Al principio había alguna monja sirviendo, junto con camareros o camareras. Estos últimos años solo se han visto laicos en el comedor, aunque las monjas vicencianas aun desempeñan algún papel. El papa siempre, siempre saludaba y daba la mano a sus camareros. 

Otros

          En la Domus siempre se puede pedir una manzana para cenar, si no tienes hambre. De todas formas, siempre hay que confirmar la comida o la cena. Los residentes pueden traer algún invitado. Yo misma lo he sido algunas veces. 

          Los que desean fumar después de la comida, deben salir fuera, a un patio interior donde hay cenicero.

          La Domus es capaz de organizar cócteles y meriendas muy completos, con unos dulces espectaculares, para los asistentes a reuniones de la Santa Sede.

NOTAS

1.- Este post ha contado con la asesoría del doctor José María Simón.

2.- https://www.infobae.com/espana/2025/04/24/el-cocinero-de-los-tres-papas-habla-sobre-los-gustos-de-cada-uno-llevo-las-sonrisas-de-francisco-y-sus-milhojas-en-el-corazon/



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