Este es un plato histórico del que ya habla el primer párrafo del Quijote (1605). Decía Miguel de Cervantes que Alonso Quijano (Don Quijote) lo consumía los sábados. Los cristianos viejos lo llamaban "la merced de Dios"; y los cristianos nuevos "duelos y quebrantos", bien porque se "quebrantaba" el ayuno (judíos o musulmanes, ni kosher ni halal; cristianos, no carne en vísperas de fiesta, pero despojos , sí podían), bien porque los "duelos y quebrantos" que sufrían los labriegos al cocinar un animal (cerdo o no) que había muerto súbitamente. Es conocido en muchas partes del mundo precisamente por aparecer en el Quijote. También aparece en obras literarias de Calderón de la Barca, Lope de Vega o anónimos.
“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no a mucho tiempo que vivía un Hidalgo de los que lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda”
Es tradicional de la cocina manchega, muy popular en restaurantes de Castilla La Mancha y en Madrid. Consiste en un revuelto de huevo con chorizo y tocino entreverado, todo preparado a la sartén y servido en cazuelita de barro.
Es muy calórico. A los norteamericanos les complace mucho y les recuerda a su desayuno de huevos con tocino.
NOTA
Según el Diccionario de Autoridades, de 1732, llamaban así en La Mancha a la tortilla de huevos y sesos.